Libres de la envidia

Hay algo que difícilmente cualquiera de nosotros admitiríamos pero...
¿Te ha sucedido que te sientes frustrado y molesto al ver como gente que merecería ser castigada prospera y disfruta de enormes beneficios mientras que otros que se esfuerzan por hacer las cosas bien parecen llevar vidas modestas y en algunos casos sufridas?

A ese sentimiento se le llama envidia, y no es algo que nos haga bien, todo lo contrario, nos carcome y tiene el potencial de arruinar nuestras vidas.

Asaf, quien fue uno de los principales ministros de alabanza del rey David tuvo que luchar con este sentimiento y en el salmo 73 describe como obtuvo la victoria sobre él, siguiendo su ejemplo podemos nosotros mismos ser libres de la envidia.

Te invito a leer el salmo 73 en la versión TLA, que ofrece una lectura ligera y de fácil comprensión:

Salmos 73:1-28
¡Qué bueno es Dios!
(1a) Himno de Asaf
(1b) Dios es muy bueno con Israel
y con la gente sincera.
(2)  Yo estuve a punto de pecar;
poco me faltó para caer,
(3)  pues me llené de envidia
al ver cómo progresan
los orgullosos y los malvados.
(4)  ¡Tan llenos están de salud
que no les preocupa nada!
(5)  No tienen los problemas de todos;
no sufren como los demás.
(6)  Se adornan con su orgullo
y exhiben su violencia.
(7)  ¡Tan gordos están
que los ojos se les saltan!
¡En la cara se les ven
sus malos pensamientos!
(8)  Hablan mal de la gente;
¡de todo el mundo se burlan!
Tan grande es su orgullo
que sólo hablan de violencia.
(9)  Con sus palabras ofenden
a Dios y a todo el mundo.
(10)  ¡Pero hay gente que los consulta
y cree todo lo que dicen!
(11)  Piensan que el Dios altísimo
no lo sabe ni llegará a saberlo.
(12)  ¡Así son los malvados!
¡No se preocupan de nada,
y cada vez son más ricos!
(13)  ¡De nada me sirvió hacer el bien
y evitar los malos pensamientos!
(14)  ¡Esos malvados
me golpean a todas horas!
¡En cuanto amanece me castigan!
(15)  Si hubiera pensado como los malvados,
habría traicionado al pueblo de Dios.
(16)  Traté de entender esto,
pero me resultó muy difícil.
(17)  Entonces fui al santuario de Dios,
y fue allí donde entendí
cómo terminarán los malvados:
(18)  Dios los ha puesto en peligro,
y van hacia su propia desgracia.
(19)  En un abrir y cerrar de ojos
terminarán por ser destruidos;
el terror acabará con ellos.
(20)  Cuando Dios entre en acción,
hará que sean olvidados
como se olvida una pesadilla.
(21)  Dios mío,
yo estuve muy afligido;
me sentí muy amargado.
(22)  He sido muy testarudo;
me he portado mal contigo:
¡me he portado como una bestia!
(23)  A pesar de todo,
siempre he estado contigo;
tu poder me mantiene con vida,
(24)  y tus consejos me dirigen;
cuando este mundo llegue a su fin,
me recibirás con grandes honores.
(25)  ¿A quién tengo en el cielo?
¡A nadie más que a ti!
Contigo a mi lado,
nada me falta en este mundo.
(26)  Ya casi no tengo fuerzas,
pero a ti siempre te tendré;
¡mi única fuerza eres tú!
(27)  Los que se apartan de ti
acabarán por ser destruidos;
los que no te sean fieles
acabarán perdiendo la vida.
(28)  Pero yo estaré cerca de ti,
que es lo que más me gusta.
Tú eres mi Dios y mi dueño,
en ti encuentro protección;
¡por eso quiero contar
todo lo que has hecho!


Solución: Permanecer cerca de Dios, disfrutar su presencia, reconocerle como nuestro dueño y confiar en su justicia y su misericordia.

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