De ungido a endemoniado


Anteriormente en 1 de Samuel habíamos visto al rey Saúl ser ungido, lleno del Espíritu Santo y hasta profetizar en presencia de una compañía de profetas, si además consideramos que este Saúl era el joven más apuesto y alto del reino podemos pensar que el joven rey era una estrella en ascenso.
Tristemente en los siguientes capítulos vemos al mismo Saúl convertirse en un hombre mentalmente perturbado, y como dice 1 Samuel 16:14 atormentado por un espíritu malo al punto de tomar decisiones terribles para su vida, la de su familia y la de su nación.
¿Cómo puede suceder esto? ¿Cómo es que el ungido Saúl cayó tan bajo? Veamos.
Dios no hace las cosas por casualidad sino con un propósito y el propósito que tenía al ungir y levantar como rey a Saúl era que este destruyera completamente a Amalec, el pueblo que se había opuesto a que los Israelitas lleguen a la tierra prometida. Cuando tocó hacerlo, en lugar de obedecer Saúl decidió ‘ser más bueno que Dios’ y se le ocurrió un plan que en su propio criterio era mejor que el plan divino;  preservó la vida del rey amalecita y lo mejor del ganado y lo demás lo destruyó. Luego preparó una serie de argumentos para justificar su desobediencia, pero ningún argumento cambió la sentencia de Dios pronunciada por boca de Samuel, Dios desechó a Saúl y tomó la determinación de quitarle el trono. En el capítulo 16:14 se nos dice que el Espíritu de Jehová se apartó del rey israelita y acto seguido empezó a ser atormentado por un espíritu malo.
A veces olvidamos que Dios es bueno y misericordioso pero que al mismo tiempo es justo y no tolera la rebeldía, Él exige de nosotros obediencia. Cuando deliberadamente tomamos la decisión de desobedecer nos apartamos de su cobertura y una vez dejamos de estar en su presencia caemos en una espiral descendente que nos puede llevar a bajezas que ni siquiera podríamos imaginar. Lo único que nos salva de nuestro enemigo, de Satanás, del mundo y de nuestra propia carne es la presencia de Dios, no contristemos al Espíritu, vivamos obedientes a Él y gozaremos siempre de su protección y bendición.
En contrapartida vemos en estos capítulos al joven David quien se mostró dispuesto a la obediencia por lo que su comunión con Dios logró gracia ante los hombres y alcanzó el éxito en cada uno de los desafíos que parecían imposibles como el derribar al aparentemente invencible gigante Goliat o el acabar con 200 filisteos para casarse con la hija del rey y pasar de ser un pastor de ovejas a estar en la familia real.
Dios tiene una enorme bendición para nosotros en la medida en que estemos dispuestos a hacer su voluntad.

Hoy leeremos los capítulos del 20 al 24 de 1 Samuel

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