Una pequeña mentira

Hace instantes BBC Mundo publicó la declaración del ingeniero Iraquí, Rafid Ahmed Alwan al-Janibi, que fue el testigo clave para justificar la invasión a Irak, en la que él admite haber engañado al servicio de inteligencia alemán (y luego al de EEUU e Inglaterra) con el fin de hacerles creer que Irak tenía armas biológicas (eso lo creímos casi todos los seres humanos en el planeta hasta antes de la guerra)

 

Cada uno puede tener sus puntos de vista sobre la guerra del golfo, sobre la invasión a Irak y el papel de cada uno de sus protagonistas sean países o personas. Ese no es el tema que me ocupa ahora sino la influencia tan poderosa que puede tener la mentira de un solo hombre.

 

Lo que me estremece es pensar cómo el rumor de un sólo hombre desencadenó una guerra en la que murieron no sólo soldados sino civiles inocentes, una guerra que en su momento pudo ser el detonante para la tercera guerra mundial, una guerra que caldeó los ánimos ya exaltados entre oriente y occidente.

 

Al leer la nota se puede evidenciar que Alwan ignoraba las consecuencias que tendrían sus mentiras y que se sorprendió de que le tomaran en serio.

 

¿Qué tal nosotros? ¿Pensamos en las consecuencias de lo que decimos y cómo o a quien se lo decimos? ¿Hablamos siempre la verdad? ¿Nos quejamos? ¿Murmuramos?

 

Santiago 3:6  Y la lengua es un fuego,  un mundo de maldad.  La lengua está puesta entre nuestros miembros,  y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación,  y ella misma es inflamada por el infierno.

 



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