Ayer en el reino
El reino 17/03/2008
1Co 4:20 pues el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder
Ayer asistí a un hermoso culto, mis planes eran participar de él temprano, y al salir pues acompañar a mi madre a hacer unas diligencias y descansar con mi familia, pero Dios tenía otros planes.
La prédica en el culto fue a ceca del poder de Dios para sanar enfermedades. Durante la semana yo había tenido algo de fatiga y dolor de oído así que cuando el pastor pidió que pasaran al frente quienes deseaban que se ore por ellos por sanidad me dispuse a pasar junto con otros varios, siempre con la intención de irme tan pronto como me fuera posible. Al llegar y ya en medio de un grupo grande de personas vi que uno de los pastores estaba imponiendo manos adelante y sabiendo que a veces la gente cae de espaldas cuando se les impone manos noté que no había nadie detrás de los de la primera fila para recibirles así que pensé en ir a apoyar con esto. Cuando empecé a abrirme paso entre la gente estos comenzaron a caer cerca de mí, nadie les impuso las manos pero el Señor sin duda empezó a hacer su obra, así que los enfermos comenzaron acercárseme en busca de oración, oré, impuse manos y se fueron sanando, algunos caían, otros no. Bueno así fue todo hasta que se acabaron todos los enfermos, que eran varios. Hasta eso mi mamá ya se había ido de la iglesia, así que no pude hacer lo que quería inicialmente, pero evidentemente lo que el Señor tenía preparado era mejor.
Mi hermana y su familia que estaban en el mismo culto nos invitaron a mi esposa y a mí a su casa y aunque no estaba en nuestros planes fuimos. Allí compartimos un ágape hermoso conversando a cerca del libro del génesis y saboreando unas salteñas, entre tanto llamó por teléfono mi cuñada, que se encontraba en otro culto. Invitamos a mi cuñada a unirse a nosotros y después de almorzar ella manifestó su deseo de pasar por las aguas del bautismo, ella ya había querido bautizarse antes pero en las dos ocasiones anteriores que debía bautizarse se atravesaba algo y al final no lo hizo. Esta vez no íbamos a dilatar más el obedecer al Señor, así que sin demora preparamos la tina de la casa y bautizamos por las aguas a Charo. Posteriormente luego de un hermoso tiempo de alabanza y oración oramos por ella con imposición de manos y el Señor derramó poderosamente de su unción y su poder sobre la vida ella, con sanidad y palabra de ciencia.
Los planes del Señor son siempre mejores que los nuestros.
Bendiciones,
Igor
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